llega hecha un torbellino
desorientada y atolondrada
cargada de lunares, flores y sonrisas.
Le gusta improvisar veredazos, encontrarse con los vecinos a tomar mate, saludar a los colectivos que pasan, respirar el aire libre, sentarse debajo de un árbol, bailar un chamamé, rodearse de pajaritos, cantar canciones en portugués y traducirlas...
Caer, tropezar, viajar sin movernos del lugar, reírnos juntos, imaginarlo todo, una y otra vez...
Es capaz de aparecer en cualquier lugar y transformarlo en un festejo...
Rojaura nace en el campo, entre los pastos y el horizonte, bajo los àrboles y las aguas de un arroyo escondido en Uruguay. Siempre enfudada de lunares, se siente viva riendo y haciendo reír.
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